Lunes: su estado era de progreso, se podía ver en su rostro un posible y tímido mejor semblante, acostada, la cama era su mejor amiga, era el lugar donde podía dejar caer todo su cansancio causado por esa enfermedad. Nos dejo saber que a la hora de su partida quería sus manos no fueran puestas en la posición común en el ataúd.
Martes: día largo, no se podía distinguir su citación, sabíamos que estaba por su respiración, poco movimiento, a veces dudábamos y nos acercábamos a su corazón con la esperanza de que siguiera latiendo.
Miércoles: entra la preocupación absoluta en horas de la mañana, ya a mediados de tarde su respuesta es otra, algunas peticiones, su estado titilante nos hacia pensar podría ponerse mejor, siempre habló, a pesar de todo no perdía su carácter y determinación.
Jueves: en la mañana todo estaba bajo control, estaba tranquila, paso todo el día con un tanto de normalidad, al caer la noche, quedo bajo el cuidado de mi tía y mi madre, Ella pidió la llevaran al baño, orino, la llevaron de nuevo a la cama y volvió a miccionar, dijo: “Que pena con Uds. dos, a partir de mañana cómprenme pañales, por favor”, la cambiaron y se durmió, se durmió para siempre…
Viernes: tristeza total, velorio de mi tía abuela, su nombre… Ramona, me asomaba a verla y no lo podía creer, creo que es un efecto natural en el ser humano ante la muerte.
En la tarde se dio el acto de sepelio… verla bajar, verla entrar a ese lugar donde iba a estar desde entonces, me daba mucha tristeza y sentí ese temor del que se que soy poseedor.
Sábado: Primer día sin ella entre nosotros, vacío, una soledad en aquel cuarto donde paso sus últimos días…
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