El HAMPA
Lunes.
Siguen andando esos desconocidos. Creo que se llaman malandros. No sé cuándo empezó a bloquearme. Desde el principio de mi vida tal vez, sin que yo me diera cuenta. Ahora es peor.
Martes.
Caminaba tranquilamente por las calles y plazas. Noté de pronto que mis pasos se dirigían a lugares desconocidos. Las calles estaban oscuras, bajo el alcohol de malandros. Al final, me hallé en un callejón sin salida.
Miércoles.
Me vi en un barrio de la zona, dentro de un barrio mezquino. Inútil hombre quiso aventurarse en mí. El malandro me perseguía por todas las esquinas, dispuesto a violarme en la gran avenida.
Jueves.
De un momento a otro temo hallarme frente a frente y a solas con el malandro. Encerrada en cuatro paredes, ya para tirarme en la cera, siento que me desnudo con la mirada atorrante.
Viernes.
Pasé todo el día atormentada, pensando no poder hacer la actividad. Por la noche surgió un sueño penetrante que mi anillo avía desaparecido, fue ese peligroso hombre en la calle.
Sábado.
En la calle desperté y mi cuerpo tembloroso, no mayor que mi cuerpo. Sin atreverme a salir por los muros, presentí que detrás de mi nuevos hombres me perseguían.
Indudablemente, mi pecado es obra de ese hombre.
Domingo.
Llena de sangre el la calle, salgo lentamente a pedir ayuda. Me echaron un líquido espeso, amarillento, de engañosos re- flejos. A nadie le aconsejo que salga de noche....
A nadie, naturalmente, para q no sean destruidas por algún malandro.
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