lunes, 24 de mayo de 2010

Cronología del miedo (Ildemaro Peña)

OLVIDO

    Lunes.

Sigue la persecución sistemática de ese desconocido. Creo que se llama olvido. No sé cuándo empezó a encarcelarme. Desde el principio de mi vida tal vez, sin que yo me diera cuenta. Tanto peor y me doy cuenta que aun eso no puedo recordar.

    Martes.

Caminaba hoy tranquilamente por las calles y plazas de mi vida. Noté de pronto que mis pasos se dirigían a lugares desacostumbrados de mi realidad. Las calles parecían organizarse en laberinto, bajo los designios del olvido. Al final, me hallé en un callejón sin salida y me pregunte si ella habría estado allí alguna vez mientras estuvo viva.

    Miercoles.

Mi vida está limitada en estrecha zona, dentro de un barrio mezquino en donde siento siempre hambre . Inútil aventurarse más lejos. El olvido me aguarda en todas las esquinas, dispuesto a bloquearme las grandes avenidas y evitar que yo la pueda recordar, en momentos olvido que el olvido existe.

    Jueves.

De un momento a otro temo hallarme frente a frente y a solas con el olvido, mi enemigo. Encerrado en mi cuarto, ya para echarme en la cama, siento que me congelo bajo la mirada punzante de ese ser, que sigilosamente quiere robarme los recuerdos de ella.

    Viernes.

Pasé todo el día en casa, incapaz de la menor actividad. Por la noche surgió a mi alrededor una tenue circunvalación. Cierta especie de extrañeza que me enmudecía y me obligaba a ir, era una especie de estupor, y no se discriminar si lo estoy soñando o es real.

    Sábado.

Ahora desperté dentro de un cartucho hexagonal, no mayor que mi cuerpo. Sin atreverme a atacar los muros, presentí que detrás de ellos nuevos hexágonos me aguardan. Decidí tomar cartas en el asunto. Indudablemente, mi confinación es obra del olvido que me había clasificado en el cementerio de recuerdos que nadie piensa. Ahora soy yo a quien han olvidado, pero Ella me ha olvidado?

    Domingo.

Empotrado en mi celda, entro lentamente en depresión. Mi boca emite dormidos sonidos, de engañosos reflejos. A nadie le aconsejo recordarme, pues no puedo recordar ya el nombre de aquella que ame, y no se tampoco las razones del por que la ame. No soy digno.

A nadie, naturalmente, salvo al OLVIDO, el deberá recordarme y no soltarme de mi celda para buscar aquello que no se.

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