lunes, 24 de mayo de 2010

Mi miedo más terrible (Ildemaro Peña)

SU AUSENCIA

Su ausencia transita continuamente en mi memoria y mi tristeza no disminuye.

Aquel día en que María Luisa y yo estábamos en ese lugar del cual no quiero hacer memoria, pude asimilar con gran dolor que vendría lo inevitable. Cómo aceptar una situación que te privaría de tu misma libertad y pensar que tu vida llegaría justo hasta ese momento.

Cada día que pasaba tenia que regresar a ese lugar, que aunque no me gustaba habría preferido nunca salir de el y quedarme con ella allí, Todos en ese lugar discutían las razones del por que María Luisa estaba allí, pero ni aun ella lo podía saber, y si lo supo, no lo podemos conocer. No había nada en mis manos que yo pudiera hacer para detener esa creación detestable que parecía mostrarme sus colmillos filudos y pasaba a través de mi, sin la mas minima compasión para llegar hasta ella. Mi mirada estaba fija, hacia oraciones, contenía mi llanto, le daba fuerzas a los demás. Pero y mis emociones? Dónde estaban ellas? La muerte y yo parecíamos contender para ver quien de los dos se la ganaba. Creía tener un aleado llamado Dios, pero ya habían decisiones que estaban tomadas antes de todos los tiempos.

Cada vez que regresaba a mi casa sentía un peso en mi espalda, una liga que me llevaba de regreso a la Clínica, y las noches trascurrían lentas para mi, sentía que le daba ventaja a la muerte. Una noche decidí soltar esa idea y que hiciera lo que quisiera conmigo o con ella. Sabría que me tocaría vivir el infierno al dejarme vencer por la muerte y que esta se apoderaría de mi, me destruiría y le haría lo peor a ella.

Aquel día que acepte la idea de que María Luisa iba a morir, era de noche y en mi habitación me sentí como un cangrejo que en vez de avanzar caminaba hacia atrás y me ocultaba bajo mis cobijas reprimiendo mi llanto. Desde ese momento el camino que transitaría ya lo había transitado la muerte y lo que debía hacer era seguir esos pasos que me conducirían justo donde María Luisa.

No hay noche que deje de pensar en ella y aun conservo su calor, me abrazo fuerte algunas cosas de ella y deseo en mi corazón que nunca se vaya su recuerdo de mi, paso noches conservando su imagen y cada amanecer resulta agotador por que en mis sueños fuerzo mi memoria para encontrarme con ella. Por momentos lo logro, por otros no.

Hay momentos en los que me evalúo a mi mismo a ver si aun esta su recuerdo en mi. Todo lo coloco en lugares exactos para que me recuerden a ella y no olvidarla nunca. Los días en que me encuentro cansado por tanto trabajo sin querer dejo de pensarla, me agoto y duermo libremente, pero al despertar me culpabilizo y me auto flagelo por dejar de hacerlo.

En algunas ocasiones me siento frente a la computadora y me veo tentado a enviarle un mensaje de correo a ver si me responde, me engaño por algunos momentos y juego pensando que nunca murió. Me pregunto si acaso soy victima de un juego de Dios o todo lo que estoy viviendo es un sueño del cual deseo despertar. No se si soy ese ratón de laboratorio y alguien allá arriba alguien hace uso a su placer.

Ahora veo los días tan cortos y mi vida tan incipiente, y mi persistente obsesión por darle otro color, pero a la final creo que en mi propia muerte dejare de pensar en ella y su recuerdo no podrá visitarme en mi tumba. Mientras ocurre eso me enfrento noche y día con mi enemigo mas cercano “La Muerte” y veo a María Luisa en cada persona que asisto.

No hay comentarios: