jueves, 13 de mayo de 2010

Mi miedo más terrible (Yuraine Barboza)

SU RECUERDO

Su recuerdo discurre libremente por la casa, y mi tristeza no disminuye.

El día en que su amor y el mío entramos en aquel refugio, me di cuenta de que el amor entre dos es la cosa mas bella y mas delicada que puede depararte el destino. Mejor que cualquier riqueza. Para mi desgracia tarde me di cuenta que en el amor no cabe el desprecio. Ahora mi mirada llora.

Unos días más tarde volví para hacer que me recordara, sorprendido me aconsejo que le diera unas semanas. Cometí de nuevo el error. Entonces comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar, aquel recuerdo, sumando aquel sentimiento de posesión, cuando su vida no me podía pertenecer. Recuerdo mi paso tembloroso, vacilante, cuando de regreso a la casa sentía el peso leve y denso del recuerdo, ese peso del cual podía descontar, con seguridad, el del amor, como si fueran dos pesos totalmente diferentes; el del amor inocente y el del impuro y ponzoñoso amor que tiraba de mí como un lastre definitivo. Dentro de aquel amor iba el infierno personal que se instalaría en mi casa para destruir, para anular el otro, al descomunal infierno de la angustia y el desprecio.

La noche memorable en que solté su recuerdo en mi departamento y lo vi correr como un cangrejo y ocultarse bajo mi cama, ha sido el principio de una vida indescriptible. Desde entonces, cada uno de los instantes de que dispongo ha sido recorrido por los pasos del recuerdo, que llena la casa con su presencia invisible.

Todas las noches tiemblo en espera de la decisión mortal. Muchas veces despierto con el cuerpo helado, tenso, inmóvil, porque el sueño ha creado para mí, con precisión, el paso cosquilleante de su recuerdo sobre mi piel, su peso indefinible, su consistencia profunda pero fugaz ahora. Sin embargo, siempre amanece. Cuando despierto no quiero vivir, pero estoy vivo y mi alma inútilmente se apresa y se perfecciona con cada descubrimiento nuevo.

Hay días en que pienso que su recuerdo ha desaparecido, que se ha extraviado o que ha muerto. Pero no hago nada para comprobarlo. Decidí que desde ahora el azar me vuelva a poner frente a ella, le imagino al salir del baño, o mientras me desvisto para echarme en la cama. A veces el silencio de la noche me trae el eco de sus pasos, que he aprendido a oír, aunque sé que son imperceptibles.

Desde hace muchos días mantengo intacto el amor correcto que ahora siento, por eso no le busco . Cuando desaparece, no sé si su amor lo ha devorado el recuerdo o la resignación. He llegado a pensar también que acaso estoy siendo víctima del olvido y que me hallo a merced de una falso amor. Tal vez su propuesta me ha engañado, haciéndome pagar un alto precio por aquel vicio de la posesión de mi mal amor y por haberle abandonado.

Pero en realidad esto no tiene importancia, porque yo he consagrado el olvido con la certeza de mi muerte aplazada. En las horas más agudas del insomnio, cuando me pierdo en conjeturas y nada me tranquiliza, suele visitarme el recuerdo. Se pasea embrolladamente por el cuarto y trata de subir con torpeza a las paredes. Se detiene, y posa delante de mi, queriéndome hacer ver la realidad que no se ya si es ficticia. En medio de mi insomnio me pregunto si debo recuperar su amor, pero su imagen me dice que me ha olvidado ya.

Su imagen invisible, agitada se posa de nuevo en mi cama.

Entonces, fundida en mi soledad, acorralada por el arrepentimiento de no haber sabido amar, recuerdo que en otro tiempo yo soñaba con su amor pero su compañía ahora es imposible.

No hay comentarios: